Riquelme y Verón, figuras de las más emblemáticas del fútbol argentino, se cruzan esta tarde en la Bombonera después de tres años. Una historia de admiración mutua y rivalidad


Este domingo vas a jugar, ¿cómo te gustaría? -Yo quisiera jugar de Verón...
Fue en noviembre de 1996. Carlos Bilardo lo llamó aparte y, con la idea de ponerlo en el lugar que venía siendo de Cristian Dollberg, le preguntó cómo se sentía más cómodo, en qué lugar prefería jugar. Y él, con apenas 18 años pero con el mismo gesto de seriedad, no lo dudó. Le dijo al Doctor que quería jugar como uno de los futbolistas que más admiraba. “Y yo me puse contento porque era lo que buscaba...”, contó luego el técnico.
Hoy, camino a los 15 años de ese debut en el que Juan Román Riquelme quiso parecerse a Juan Sebastián Verón, el fútbol argentino los tendrá frente a frente por tercera vez. Parecerían muchas más, pero sólo una vez en el 2007 y otra en el 2008 coincidieron en la cancha. El primero fue triunfo 3-1 de Boca con tres goles de Martín Palermo. Y el otro, 2-1 de Estudiantes. En el resto de los cruces entre sus equipos, siempre faltó uno de los dos.
Por más que puedan parecer distintos, ese comentario de Román a Bilardo no fue casual y dice mucho sobre cómo uno se veía en comparación con el otro. “Riquelme, en Argentinos, jugaba delante de la línea de cuatro y el creador de ese equipo era La Paglia. Y Verón en Estudiantes, con Russo y Manera, también empezó delante de una línea de tres. Después, conmigo, jugaron de lo mismo: sueltos, libres, los dos le pegan bien, asisten, manejan las pelotas paradas. Y aunque no parezca, tienen un ritmo similar”, explicó Bilardo, quien sí ve distinta forma de pegarle. “El golpe de Sebastián es más seco y entonces la pelota sale con más velocidad”.
Generan amores y odios, por líderes y referentes. Tuvieron una relación compleja con la Selección, con idas y vueltas impensadas. Los aman en sus clubes, los respetan o los rechazan los demás. Son admirados y elogiados por la mayoría de sus rivales. Y también se elogian mutuamente. Verón dijo que Riquelme podía ser su reemplazante en el Inter. Riquelme permanentemente devolvió palabras de ese tipo...
Pudieron haber coincidido en Boca, pero no. Por poco no se cruzaron en 1996. Después, en el 2006, Macri dudó en repatriar a Verón y al final se lo llevó Estudiantes. Y en el 2007, el que volvió fue Riquelme. Sí se encontraron en la Copa América 07, compartieron cancha y tuvieron una buena convivencia. El de Boca era el conductor en el campo y el de Estudiantes, el líder afuera. Tal es así que al final de la competencia, a pesar de la decepción de no haberla ganado, Román habló del sueño de jugar juntos alguna otra vez. “Pero él no se va a ir de Estudiantes ni yo de Boca...”.
Así como Basile los unió, Maradona los distanció. Uno sí, el otro no. Y con la figura del Diez en el medio, tanto en el 2009 como en el 2010, Román se enojó cada vez que Sebastián habló de favoritismos arbitrales para Boca. Así y todo, el respeto y la admiración mutua se mantienen inalterables. Los dos saben que son figuras estelares del fútbol argentino, símbolos de las camisetas que llevan, tal vez los jugadores más determinantes que hay en el país. “Riquelme y Verón son dos ejemplos del fútbol argentino, son jugadores a imitar, por profesionalismo, por cómo juegan, por inteligencia y porque son técnicos dentro de la cancha”, analizó el Checho Batista.
Esta tarde a las 18.15 en la Bombonera, en un enfrentamiento para no perderse, el duelo Riquelme vs. Verón.